viernes, 23 de octubre de 2020

Qué alegría tan triste.

 ¡Qué festiva, qué alegre, qué energía la que irradia!

Es la persona que más se entusiasma con las fiestas, la que más se divierte, la que se ríe alto y baila toda la noche,  la que tratará de prolongar el momento.

Todos los buenos ratos los engulle a trozos, como si la vida se fuera a apagar en cualquier instante, como si quisiera atesorar esos buenos ratos, para cuando la luz faltara.

Porque la oscuridad la acecha, la amenaza, y no tiene voluntad para ahuyentarla. Es que esa oscuridad, que llamamos con muchos nombres como "tristeza, bajoneo, desmotivación, melancolía", ya no la controla ella, porque viene de adentro para afuera, porque tiene voluntad propia. 

Nadie la comprende, primero alegre y luego triste, primero risas y luego llanto, primero comerse la vida a trozos y luego pedir que nadie corra las cortinas, porque quiere hacer su noche eterna.

"¡Échale ganas!", "Nada te falta, tienes todo", "Te gusta llamar la atención".

Atrás de una persona excesivamente entusiasta, existe un ser tan frágil que se rompe con todo, pero no lo sabemos, y nos enojamos porque nos está jodiendo la vida por gusto.

Todos conocemos a alguien con estas características, incluso tal vez haya alguien en tu familia que está sufriendo algún desorden mental, y te aseguro que plantarle cara y evitarla sólo agravará su problema, y tarde o temprano pasará a ser también tú problema. Tal vez esa persona no sabe cómo pedirte ayuda, o no se atreve a hacerlo, pero te necesita desesperadamente.

El tiempo pasa, y echarle ganas no ayuda de nada, porque la persona ya no tiene el control de mando, porque no puede cambiar el switch. Hay un problema obvio pero nadie lo quiere ver.

Muchas veces cuando se decide tomar acciones ya es demasiado tarde. Los ratos alegres se van haciendo más cortos y las tristezas son cada vez más largas. Las sesiones con el psicólogo de nada sirven, entra en escena el psiquiatra, que trabaja como puede y con lo que puede. Lástima que puede poco, salvo dejarla en una dimensión psicótica a causa de los fármacos, donde sólo está ella, donde sólo hay bruma, en un lugar de donde se han ahuyentado las tristezas, pero también las alegrías. Donde reina lo artificial.

La Pandemia ha agudizado severamente los problemas de estrés, tristeza, angustia y melancolía; así que la familia debe estar muy unida y atenta para rescatar del abismo a quien vaya cayendo, integrándolo al grupo, haciendo actividades en familia; cocinar entre todos siempre que se pueda, jugar a la pelota, brincar la cuerda, ver una película alegre o jugar naipes. Los que viven en una casa sí se pueden abrazar si ninguno está contagiado, así que abracémonos largo, hablemos y escuchemos, hay que escuchar antes de que sea demasiado tarde.